domingo, 8 de junio de 2014

Y seguimos con Don Álvaro y la fuerza del sino....

SATANISMO EN DON ÁLVARO Y LA FUERZA DEL SINO

Si hablamos de satanismo en una obra literaria tendremos que referirnos a simbolismo. Los símbolos nos ayudan a interpretar el mensaje oculto que el autor nos quiere transmitir al espectador. El mensaje oculto es el que realmente impresiona al lector.
Si hablamos de símbolo satánico debemos saber que estos son alusiones al diablo, al infierno.
Es extraño que los autores no usen símbolos en sus obras, por ejemplo tenemos a Edgar Allan Poe que es conocido por la tragedia que sufrió durante su vida y sus cuentos y poesía a menudo incluían imágenes de oscuridad y muerte que sin duda eran simbólicas de los acontecimientos de su vida.
En la obra teatral de Don Álvaro y la fuerza de sino, la cual estamos citando en nuestras últimas entradas, nos encontramos símbolos satánicos en la jornada V de la obra.
La Jornada V comienza:
El teatro representa lo interior del claustro bajo el convento de los Ángeles, que debe ser una galería mezquina alrededor de un patiecillo, con naranjos, adelfas y jazmines. A la izquierda se verá la portería, a la derecha, la escalera. Debe de ser decoración corta, para que detrás estén las otras por su orden. Aparecen el PADRE GUARDIÁN paseándose gravemente por el proscenio, y leyendo en su breviario, el HERMANO MELITÓN sin manto, arremangado, y repartiendo con su cucharón, de un gran caldero, la sopa, al VIEJO, al COJO, al MANCO, a laMUJER y al grupo de pobres que estará apiñado en la portería.
El papel del Hermano Melitón se ve dañado, a nuestros ojos debemos ver un hombre que ama a Dios, que ama al prójimo y lo ayuda pero en la obra no se representa así. El pueblo, ya reclama al padre Rafael que actúa con mas cariño y respeto hacia al prójimo:

MUJER.- Mis cuatro raciones.
MANCO.-¡A mí antes!
VIEJO.- ¡A mí!
TODOS.-¡A mí, a mí!...
HERMANO MELITÓN.-Váyanse noramala, y tengan modo... ¿A que les doy con el cucharón?...
PADRE GUARDIÁN.- ¡Caridad, hermano, caridad, que son hijos de Dios!
HERMANO MELITÓN.- (Sofocado.) Tomen, y váyanse...
MUJER.- Cuando nos daba la guiropa el padre Rafael lo hacía con más modo y con más temor de Dios
HERMANO MELITÓN.- Pues llamen al padre Rafael..., que no los puedo aguantar ni una semana.
Aunque el hermano Melitón ayuda a los pobres a no pasar hambre, el mensaje oculto es que no tan buena persona como padre Rafael. El padre Guardián también tiene unas buenas palabras para él:
PADRE GUARDIÁN.-Basta, hermano, basta. El padre Rafael no podía, teniendo que cuidar el altar, y que asistir al coro, entender en el repartimiento de la limosna, ni éste ha sido nunca encargo de un religioso antiguo, sino incumbencia del portero... ¿Me entiende?... Y, hermano Melitón, tenga más humildad, y no se ofenda cuando prefieran al padre Rafael, que es un siervo de Dios a quien todos debemos imitar.
Como he mencionado anteriormente el hermano Melitón es un personaje soberbio y arrogante, he intenta que tanto el padre Guardián como el lector cambiemos la idea concebida del padre Rafael:
HERMANO MELITÓN.- Pues el día que fue a Hornachuelos a auxiliar a su alcalde, cuando estaba en toda su furia aquella tormenta en que nos cayó la centella sobre el campanario, al verle yo salir sin cuidarse del aguacero, ni de los truenos que hacían temblar estas montañas, le dije por broma que parecía entre los riscos un indio bravo, y me dio un berrido que me aturrulló... Y como vino al convento de un modo tan raro, y nadie lo viene nunca a ver, ni sabemos dónde nació...
PADRE GUARDIÁN.- Hermano, no haga juicios temerarios. Nada tiene de particular eso, ni el modo con que vino a esta casa el padre Rafael es tan raro como dice. El padre limosnero, que venía de Palma, se lo encontró muy mal herido en los encinares de Escalona, junto al camino de Sevilla, víctima, sin duda, de los salteadores, que nunca faltan en semejante sitio, y lo trajo al convento, donde Dios, sin duda, le inspiró la vocación de tomar nuestro santo escapulario, como lo verificó en cuanto se vio restablecido, y pronto hará cuatro años. Esto no tiene nada de particular.
HERMANO MELITÓN.-Ya, eso sí... Pero, la verdad, siempre que lo miro me acuerdo de aquello que vuestra reverendísima nos ha contado muchas veces, y también se nos ha leído en el refectorio, de cuando se hizo fraile de nuestra Orden el demonio, y que estuvo allá en un convento algunos meses. Y se me ocurre si el padre Rafael será alguna cosa así... pues tiene unos repentes, una fuerza, y un mirar de ojos...
El hermano Melitón está haciendo conjeturas y empieza a cuestionarlo. Aquí podemos deducir que el padre Rafael no es quién pretende ser, es decir, es un fraude porque en realidad nos enfrentamos con Don Álvaro. Esa lucha que tienen los personajes del Romanticismo al engañar o pretender ser quiénes no son, para conseguir sus objetivos.
Tan pronto como comienza la escena III, con la introducción de Don Alfonso podemos ver el primera alusión a un símbolo satánico:
HERMANO MELITÓN (con miedo) - Al momento. padres Rafaeles... hay dos. ¿Con cuál queréis hablar vos?
DON ALFONSO- Para mí, mas que haya ciento. El padre Rafael... (Muy enfadado.)
HERMANO MELITÓN-¿El gordo? ¿El natural de Porcuna? No os oirá cosa ninguna, que es como una tapia sordo. Y desde el pasado invierno en la cama está tullido;noventa años ha cumplido. El otro es...
DON ALFONSO- El del infierno.
Don Alfonso se refiere a Don Álvaro como El del infierno, es mencionado como un demonio. Se puede interpretar como una persona que no merece vivir o una persona que ha deshonrado a su familia. También en esta escena se desenmascara al padre Rafael y se desvela su verdadera identidad.
Y de nuevo se encuentran cara a cara Don Alfonso y Don Álvaro:
DON ALFONSO ¿Me conocéis?
DON ÁLVARO No, señor.
DON ALFONSO ¿No encontráis en mi semblante rasgo alguno que os recuerde de otro tiempo y de otros males? ¿No palpita vuestro pecho, no se hiela vuestra sangre,no se anonada y confunde vuestro corazón cobarde con mi presencia?... O, por dicha,¿es tan sincero, es tan grande,tal vuestro arrepentimiento,¿es tan sincero, es tan grande,tal vuestro arrepentimiento,Rafael de aquel indiano don Álvaro, del constante azote de una familia que tanto en el mundo vale? ¿Tembláis y bajáis los ojos?Alzadlos, pues, y miradme.(Descubriéndose el rostro y mostrándoselo.)
DON ÁLVARO ¡Oh Dios!... ¡Qué veo!... ¡Dios mío!¿Pueden mis ojos burlarme?¡Del marqués de Calatrava viendo estoy la viva imagen!
En estos vernos Don Álvaro vuelve hacia años atrás y recuerda todo la mala desdicha que tuvo. Él que se refugió en la oración como fraile para el perdón de sus pecados. Don Alfonso viene con sed de venganza es un indicio de violencia.
El carácter de Don Álvaro da un giro ya no es un fraile sosegado si no un hombre que también quiere venganza y acepta el duelo de Don Alfonso:
DON ÁLVARO ( Fuera de sí.) ¡ Vos mentís, mentís, infame! Venga el acero; mi furia (Toca el pomo de una de las espadas.) os arrancará la lengua, que mi clara estirpe insulta. Vamos.
DON ALFONSO- Vamos.
DON ÁLVARO-(Reportándose.) No..., no triunfa tampoco con esta industria de mi constancia el infierno. Retiraos, señor.
DON ALFONSO- (Furioso) ¿ Te burlas de mí, inicuo? Pues cobarde combatir conmigo excusas, no excusarás mi venganza. Me basta la afrenta tuya. Toma. (Le da una bofetada.)
DON ÁLVARO (Furioso y recobrando toda su energía.) ¿ Qué hiciste?...¡ Insensato! Ya tu sentencia es segura: ¡Hora es de muerte, de muerte! ¡El infierno me confunda!
Otra escena donde se puede ver claramente que Don Álvaro acepta el duelo es al final de la escena VII:
HERMANO MELITÓN.- (Saliéndole al paso.) ¿Adónde bueno?
DON ÁLVARO.-(Con voz terrible.) ¡Abra la puerta!
HERMANO MELITÓN.- La tarde está tempestuosa, va a llover a mares.
DON ÁLVARO.- Abra la puerta.
HERMANO MELITÓN.- (Yendo hacia la puerta.) ¡Jesús!... Hoy estamos de marea alta... Ya voy... ¿Quiere que le acompañe?... ¿Hay algún enfermo de peligro en el cortijo?...
DON ÁLVARO.- La puerta, pronto.
HERMANO MELITÓN.- (Abriendo la puerta.) ¿Va el padre a Hornachuelos?
DON ÁLVARO.- (Saliendo con DON ALFONSO.) ¡Voy al infierno!
Es curioso la de veces que Don Álvaro pronuncia ir al infierno. Él buscaba la muerte para acabar con su sufrimiento, se siente como un demonio por eso aclama al infierno. Pero al mismo tiempo hace aclamaciones a Dios, y que se apiade de él. Como por ejemplo:¡Oh Dios!... ;¡Misericordia!... Y vos, hombre o ilusión, ¿sois, por ventura un tentador que renueva mis criminales angustias para perderme?... ¡Dios mío!
Cuando recuerda a Leonor todo son ruegos y aclamar a Dios pero cuando ve la desdicha se presenta como un monstruo, un demonio.
Para terminar con estos signos satiricos dentro de la obra tenemos la escena final de la Jornada V, donde con la intervención de Doña Leonor y el suicidio de Don Álvaro acaba la obra. Como bien citan, en el artículo José Valero y Stephanie Zighelboim: Don Álvaro esconde sólo “una serie de circunstancias fortuitas sin la menor lógica”,
demostración más bien de la fuerza del desatino que de la del destino, que afectan a un
protagonista gesticulante y contradictorio que tiene poco en común con los verdaderos
héroes románticos. Esta abocado a la autodestrucción. Otro argumento de este artículo, el propio subtítulo el “sino” tiene varios significados puede ser “signo” o “el destino o suerte que vanamente cree el vulgo ha de suceder ciertamente por el influjo de los astros”. La fuerza del sino es la “fuerza del signo” y esa fuerza esta asociada al dinero, el signo que lo significa todo. Puede ser que el autor lleve al protagonista al suicidio por todos los infortunios que ha tenido con las sociedad por la lucha de clases o solamente por dejarse llevar por su suerte.

Escena última
Hay un rato de silencio; los truenos resuenan más fuertes que nunca, crecen los relámpagos, y se oye cantar a lo lejos el Miserere a la comunidad, que se acerca lentamente.
VOZ DENTRO.- ¡Aquí, aquí! ¡Qué horror!
(DON ÁLVARO vuelve en sí y luego huye hacia la montaña. Sale el PADRE GUARDIÁN con la comunidad, que queda asombrada.)
PADRE GUARDIÁN.- ¡Dios mío!... ¡Sangre derramada!... ¡Cadáveres!... ¡La mujer penitente!
TODOS LOS FRAILES.- ¡Una mujer!... ¡Cielos!
PADRE GUARDIÁN.- ¡padre Rafael!
DON ÁLVARO.- (Desde un risco, con sonrisa diabólica, todo convulso, dice.) Busca, imbécil, al padre Rafael... Yo soy un enviado del infierno, soy el demonio exterminador... Huid, miserables.
TODOS.- ¡Jesús, Jesús!
DON ÁLVARO.- Infierno, abre tu boca y trágame! ¡Húndase el cielo, perezca la raza humana; exterminio, destrucción...! (Sube a lo más alto del monte y se precipita.)
EL PADRE GUARDIÁN Y LOS FRAILES.- (Aterrados y en actitudes diversas.) ¡Misericordia, Señor! ¡Misericordia!
Aquí os dejo el enlace la película por si os interesa: 




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